Opinión: Educar siempre será verdaderamente apasionante

Por Jesús Humberto Maldonado Rodríguez

En el ejercicio docente la vida nos regala infinidad de experiencias, hace algunos días tuve la oportunidad de acompañar un grupo de estudiantes en un evento artístico y cultural, donde con tiempo atrás comenzaron a prepararse una treintena de alumnos en varias disciplinas, acompañados por sus docentes. El día llegó y con él llegó el momento de manifestar lo aprendido y ensayado. 

Con gran pasión se escuchaba el zapateo en las tarimas, las melódicas voces en el micrófono, la atención en las palabras que se escribían, se formaban o se deletreaban; fuimos testigos de la gran pasión con que capturaron una fotografía y contaron una historia que sin saberlo inmortalizaron. Con ese mismo entusiasmo vimos las pinturas de muchos alumnos que evidenciaron un gran deseo de paz. Y al ritmo de la música movilizaron sus cuerpos para transmitir emociones. En fin, el arte que acompaña al ser humano nos hizo vibrar y los hizo soñar. Desde que abordaron el transporte ya eran ganadores, pues cada uno sabía que había ganado batallas individuales primero para estudiar y después para expresarse en aquello que les apasiona. 

Al concluir el evento la sorpresa llegó, varios de ellos se hicieron acreedores a un reconocimiento, a tener la oportunidad de vivir una experiencia de internacionalización, un viaje de movilidad al extranjero fue la gran sorpresa para varios de ellos. 

Sin duda las emociones nos invadieron y entre el júbilo y el asombro pude escucharlo al acercarme y felicitar a uno de ellos: “profe vengo de una racha de muchas pérdidas, de muchas situaciones que me dicen no puedo. Y aquí estoy sin saber como reaccionar al premio. Necesitaba algo que me dijera que si se puede”.

Hemos recorrido una semana pensando en aquellas preguntas ¿qué es aquello que me apasiona hacer? ¿Dónde esta mi felicidad? Ha sido la oportunidad de pensar y reflexionar sobre nosotros mismos y nuestros intereses. 

Realmente considero muy importante que hoy tenemos que estar convencidos de varias cosas: primero de nuestro espíritu creador, hacernos conscientes de la importancia de lo que somos y como con ello hacemos grandes cosas para los otros, con los otros y para nosotros. Ya lo reflexionamos hace unas semanas, es necesario aprender a creer para poder crear. 

No todo el tiempo somos creadores, en ocasiones nos hemos de experimentar necesitados. Contrario a lo que el mundo puede llegar a pensar, somos sujetos que dependemos en muchas ocasiones de los otros. Somos personas que no siempre podemos estar creando y entonces llega el momento de experimentarnos necesitados, es normal y nos fortalece. 

Además, nos hace conscientes de nuestro existir: “cuando el milagro de estar vivo se convierte en materia de meditación, nos asombramos. Sentimos estupefacción. Entonces, empieza, de veras, la aventura de existir.” (Torralba, 2023) La sorpresa llegó y al no tener una respuesta inmediata, que no estamos obligados a compartir, se medita, se interioriza y se vive, disfrutando del proceso, pero sobre todo agradeciendo la oportunidad, a las personas y al momento mismo. 

Como docentes, la misión es verdaderamente importante no solo al impartir conocimientos en el aula, también se trata de compartir la vida con ellos, de dejar una parte del corazón en cada clase, en cada charla: todo el tiempo estamos formando y acompañando. 

Sabemos de antemano, que los tiempos han cambiado y que no es necesario compararnos con el ayer, que hoy necesitamos tomar acción para reconfigurar nuestra docencia. Somos tutores académicos, pero muchas veces nuestro actuar se convierte en la mejor enseñanza para cada alumno con quien la vida compartimos. Necesitamos seguir escuchando a las nuevas generaciones, es como en muchas ocasiones lo he dicho, nuestra oportunidad de crear lazos, tender manos y construir puentes que nos ayuden a transformar nuestros contextos. 

Es asumir nuestra misión como los Lirios del campo y las aves del cielo (Kierkegaard), que se dan por igual al cuidador y a quien los lastima. Las bondades de la docencia ayudan a transformar vidas. 

Es así como nuestro existir nos regala la oportunidad de caminar hombro a hombro con aquel que nos acompaña. Es tiempo de seguir creciendo en la escucha y acompañando no solo formatos, también personas, principalmente a las personas pues nuestra vocación nos llama a ello. 

Quiero concluir haciendo un reconocimiento especial a todos y cada uno de ustedes mis apreciados alumnos por ser ganadores desde el principio y hasta el final. No olviden que la vida nos da la oportunidad para seguir aprendiendo y entonces ahí seguimos ganando. 

Y sí, ahí tienes la oportunidad “Nocturno” de seguir hablando y saber que, aunque suene trillado, al final del camino siempre hay una nueva ruta para andar. Un nuevo sueño que alcanzar. 

Sin duda, quiero agradecer también a los tutores que sin esperar nada a cambio también se entregan en cada actividad, porque somos conscientes que el mayor premio es ver los sueños alcanzados de cada uno de nuestros alumnos. ¡Gracias por ser docentes verdaderamente apasionados! Porque educar siempre será una tarea verdaderamente apasionante. 

Con cariño y reconocimiento: Profe Beto Maldonado.

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