OPINIÓN: ¡Quiero seguir siendo maestro de asignatura barco!

Por: Jesús Humberto Maldonado Rodríguez

Es generoso con las calificaciones; no le importan mucho las notas. Cuentan que un año, en la época de la guerra de Vietnam, dio sobresalientes a todos sus alumnos varones para ayudarlos a mantener las prórrogas por estudios”

Mitch Albom

Vivimos en un mundo tecno céntrico, dónde es muy valioso el anuncio que hacen las grandes empresas y desarrolladores tecnológicos, creadores de “inteligencia artificial”, en fin, las muy variadas novedades que hacen de nuestra vida, una conexión constante y agilizan procesos.

En ese contexto, las asignaturas de humanidades y sociales son demeritadas, considerándolas como asignaturas de relleno para las cargas académicas. Esta visión se ha generalizado, al grado en qué los mismos formadores, educadores, docentes (cómo sea que les queramos llamar), han restado importancia a estás asignaturas, contagiando al estudiantado con esa misma visión.

Hoy quiero hablar del “MAESTRO BARCO” de la “MATERIA BARCO”

En alguna ocasión pregunté en un salón de clases, ¿Qué es un barco? Y algunas de las respuestas fueron: “Una estructura”, “Un medio de transporte”, “Lo que te lleva de un punto a otro atravesando mares”

No estaban equivocados. Esa fue la pregunta que yo hice. Y entonces lance una pregunta más. ¿Qué es un maestro barco?

Un silencio se hizo presente en el aula, pareciera que la pregunta era incómoda, que es parte de los tabús en los claustros académicos. Y entonces, a pesar de ser una expresión que han hecho, o bien que han escuchado, resulta incómoda cuando la hace un docente de humanidades o sociales.
Entre tantos, alguno decide romper ese silencio incómodo: “es con el profe con quién no vemos nada importante, que vamos pasando la materia”.

La respuesta dada obliga a más preguntas, ¿Qué es lo importante? ¿Qué es ir pasando la clase?

Así tomo las definiciones que ellos habían dicho, un barco es un medio de transporte, que te lleva de un punto a otro. De una condición a otra. Y entonces cada materia de humanidades, de ciencias sociales, se convierten así en un barco, en consecuencia, me agrada que sea mi asignatura una asignatura barco, por tanto, también seré el capitán de un barco.

Es inevitable recordar a aquel viejo profesor Morrie, del que nos habla Mitch Albom, un docente anciano, que se convierte en un barco, cómo en la cita del comienzo de este escrito. Consciente del desastroso destino de los jóvenes en la guerra, se esfuerza por formar a hombres distintos, creyendo que la educación puede transformar las realidades sociales. Evitó que muchos fueran a la guerra, cuando era el único destino seguro.

Hoy vemos con tristeza, las condiciones sociales de nuestros pueblos, nuestros jóvenes son presa fácil de las muchas mentiras que el contexto ofrece. Ofrecerán “mayores oportunidades de crecimiento” que las ofertadas para la vida del académico, la del ingeniero o el licenciado.

Si a ello sumamos, la aún existente filosofía de muchos docentes, dónde se mide la calidad del mismo por la cantidad de alumnos reprobados en las asignaturas que imparten y que toman como algo meritorio los comentarios de los alumnos que ya han comprado la idea. Hoy vemos cantidades exorbitantes de adolescentes y jóvenes que están en las calles, muchos que suspenden materias de las “buenas” o que anticipan su salida de los centros educativos, por no estar a la altura de aquellos contenidos importantes e imprescindibles.

Y si detrás de todo eso está el abandono y el desprecio de las asignaturas blandas y sus docentes.¿No será necesario para el proceso educativo que el alumno desarrolle habilidades blandas? Detrás de la reprobación o de la suspensión de cursos, ¿no habrá más que una nota que no alcanzó? ¿No estará aquel alumno que adolece de herramientas para generar un diálogo con su entorno o con sus coetáneos? 


Quizá nos faltó favorecer trabajos colaborativos o en equipo (como quiera que les llamen), dónde surgieron las diferencias, pero fueron capaces de resolver los conflictos, dónde aprendieron lo que es la corresponsabilidad y la empatía.
Tal vez, no sabía cómo organizar sus tiempos, pero solo nos encargamos de entregar libros o documentos “pdf” para lectura y memorización.
O probablemente, faltó desarrollar ese espíritu creativo en el estudiante, permitiéndole crear, sin olvidar que primero deberá creer en lo que es capaz.
Si a ello sumamos que nunca le permitimos liderar el momento y hacerle responsable de los resultados, ayudando en su mejora continua cuando el error se hizo presente.

Esas habilidades, lectura, escritura, comunicación, liderazgo, pensamiento crítico, creativo, adaptabilidad, análisis de realidad, resolución de problemas, quizá estaban esperando que les dieran cabida en las aulas (para las escuelas) o en sus vidas en el caso de la sociedad.

Hoy considero que es importante valorar a cada materia por igual, que cada quién en su área de experticia puede seguir formando la humanidad del hoy, una humanidad distinta, una experiencia de cercanía y no de indiferencia.

Así, yo quiero ser un “maestro barco” de “asignaturas barco”, porque en cada camarote pueden encontrar herramientas que facilitarán el desarrollo humano, personal y comunitario.

No busco memoricen fórmulas secretas, quiero que encuentren soluciones a los problemas del día a día, busco que sientan, que experimenten la cercanía, que estén atentos a mejorar las condiciones del entorno en qué se desenvuelven.

Quiero seguir soñando y porque no, seguir abonando para que otros también sueñen, quizá si somos más los soñadores salgamos un poco del pesimismo en qué nos encontramos.

Confío en que hay muchos más que también siguen en las aulas, muchos colegas, mujeres y hombres que están dispuestos a transformar, que quieren seguir haciendo lo mejor, quienes hemos descubierto que educar, siempre será una tarea verdaderamente apasionante.

Con cariño, Profe Beto Maldonado

 

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