Por: Jesús Humberto Maldonado Rodríguez
Te saludo con la misma alegría y agradecimiento de siempre. Gracias por estar aquí y permitirme llegar por medio de la lectura.
Hace unas semanas, inicié compartiendo citas textuales en mis redes sociales, de un texto llamado “Cuando todo se desmorona” de Francesc Torralba y he tenido la oportunidad de leer o escuchar las reflexiones de algunos colegas docentes, familiares, amigos, exalumnos y alumnos, acerca de las citas compartidas.
Hace poco en medio de un intercambio de reflexiones y disertaciones una conversación me llenó de emoción por la sinceridad y la franqueza, por la preocupación genuina de existir y disfrutar del estar.
En esa conversación un buen exalumno me expresó lo siguiente: “Quiero ser yo y quiero que eso esté bien, sentir cada suspiro y darme cuenta que estoy aquí”.
Y está afirmación me hizo pensar en los muchos adolescentes y jóvenes, incluso adultos que por la vida van buscando el sentido de su existencia.
Existir y vivir considero que son dos cosas completamente diferentes. Pues la existencia se nos ha dado y muchas veces pasa desapercibida, no somos conscientes de la existencia hasta que ella se ve tocada por un accidente, alguna enfermedad o situaciones que nos hacen experimentar en lo biológico y orgánico la importancia de la existencia.
Por otro lado, vivir implica asumir los grandes riesgos que ello conlleva, pues la parte experiencial que depende casi en su totalidad de nosotros mismos, cada experiencia, cada momento que disfrutamos, aquellos en los que lloramos y reímos, en fin, todo lo que nos hace disfrutar o en ocasiones atormentar nuestra experiencia de vivir.
Ante este gran dilema, las afirmaciones vitales como la que hizo mi alumno me conmueven y me llevan a pensar en lo importante que es el hacernos conscientes de quiénes somos y lo que queremos.
Esto se convierte en un verdadero acto de rebeldía para los sistemas vigentes: quién se atreva a juzgar simplemente es extraño en un mundo donde muchos respondemos a los paradigmas establecidos y se prefiere vivir en lo cómodo de lo cotidiano.
Para la psicóloga Karen Horney, la “dictadura de los deberías” es el gran problema en que vivimos y que genera tantas frustraciones en el diario vivir, por querer responder al deberías ser así, deberías tener aquello, deberías, deberías y más deberías el individuo se niega el derecho y la oportunidad de vivir en plenitud por responder a lo que los demás piden de él.
Quiero escribir a todos y cada uno de los que alguna vez nos hemos sentido interpelados o atormentados por el vértigo que implica la vida, para quienes no se conforman con seguir patrones y quieren trazar nuevas rutas y senderos. Escribo para ti que me regalaste la reflexión, para ti que me has expresado tus preocupaciones y me has permitido conocer de ti.
En septiembre buscamos concientizar sobre la importancia que tiene la prevención del suicidio. Un tema preocupante que nos lleva a cuestionarnos sobre nuestra existencia y las vivencias que nos regalamos.
En este andar, nos construimos en conjunto. Nadie, por muy independiente que se autoproclame, se configura en la totalidad de su propia percepción. Todos hemos escuchado los “deberías” y muchas veces respondemos en mayor o menor medida a ellos.
Por eso y para concluir esta semana, quiero decirte que está bien querer ser tú mismo, que admiro tu valentía para dejarte incomodar por las afirmaciones de quién su vida y su ejercicio profesional no abonan nada a su proyecto de vida. Me emociona que vivas y quieras hacerlo buscando esa pizca de autenticidad escondida en tu esencia de curioso y socrático.
Eres tú un maestro de la existencia que marcarás, aunque esa no sea la intención, la vida de quienes te rodean y con quienes compartes esa existencia.
Hoy celebro lo que en aquella primera clase de hace algunos meses expresaste con genio: “Adiós ingeniería. Bienvenida filosofía”, pues está última ha logrado su cometido, acercarte a la conciencia de tu ser y tú quehacer.
Con cariño: Profe Beto Maldonado