OPINIÓN: A propósito de Independencias

Por: Jesús Humberto Maldonado Rodríguez

Deseo te encuentres disfrutando de un excelente inicio de semana y que sea la oportunidad para poder reflexionar acerca de las fechas que conmemoramos. 

¿Qué es ser independientes? ¿Qué significa la libertad? ¿De qué ataduras nos hemos o queremos liberar? Son preguntas que en más de alguna ocasión nos invadieron, pudo haber sido en la adolescencia o a raíz de una experiencia compleja en alguna relación, en un empleo o en algún ámbito de la vida social o financiera. Pero de alguna manera, ahí están, para recordarnos, para invitarnos o tristemente en muchas ocasiones, para mantenernos en una especie de bache histórico que nos impide crecer. 

A lo largo de la vida nos hemos esforzado por ser independientes, le tenemos miedo a depender de los otros, nos hace sentirnos vulnerables y muchas veces incluso atormentados por la necesidad de responder a tantos contextos. Es una búsqueda constante por mostrar que somos únicos, que solos podemos y que realmente somos “libres”. 

Esta semana estaremos recordando en el regocijo de los hogares donde la familia se reúne para celebrar la gran fiesta de la nación; para muchos otros es una fecha en la que el temor por la inseguridad que se experimenta en el territorio nacional les lleva a permanecer en sus hogares, en una alerta constante ante los hechos violentos que se esperan; otras realidades se hacen presentes, por ejemplo el dolor de lo que para México representa ya el mes de septiembre, entre sismos y tragedias que nos recuerdan lo vulnerable que es ser humanos, pero también, la grandeza de reconocernos cercanos y creer en lo importante de los actos de bondad que realizamos en el día a día; con todo lo anterior, nos preparamos y recordamos un año más del inicio de nuestro proceso de Independencia. 

Reconozco que hoy es necesaria una formación cívica e histórica sobre nuestra nación. Una educación que nos impulse a lograr aquello que Platón creía de la educación, hacer que el alma del ciudadano comulgara con el alma de la nación. No es cosa fácil, pues advierte dos grandes posibilidades: 

La primera, “la obsesión con el pasado es un fenómeno que es característico de la región” (Oppenheimer): Lastimosamente hemos visto como la concepción histórica nos ha hecho aferrarnos a un pasado donde hemos sido victimas y seguimos reclamando lo que históricamente ya quedo precisamente en el pasado, generando una grave distracción para pesar en nuestro futuro. 

Con tristeza vemos como la historia de una experiencia no tan grata en una relación personal, nos ata al pasado y nos impide estar libres para volver a amar. Vemos como un empleo pasado puede marcar nuestro desempeño en el venidero y vemos como nuestro país se empecina por reclamar a un pasado, por una “deuda histórica” que nos impide aterrizar en lo real. 

La segunda, es como a partir del reconocimiento del pasado somos capaces de reconstruirnos y pensar en el futuro, crear oportunidades y desarrollar grandes talentos, capacidades y personas. 

Esta segunda sería el ideal, pero cuesta tanto llegar. Es complejo el camino que nos hace superar la etapa de sentirnos victimas del pasado, es complicado entender como podemos dar el paso a la verdadera liberación que nos impulsa a la generación de algo diferente, que nos da la oportunidad de tener una proyección al futuro para responder a los retos del ahora y preparar los del mañana. 

Hoy quisiera dejar una invitación a que cada uno de nosotros, ciudadanos de nuestro gran México nos dejemos interpelar por el gran Octavio Paz, quien en el Laberinto de la Soledad escribiría “¡Pobres mexicanos! Que cada 15 de septiembre gritan por un espacio de una hora quizá para callar el resto del año”. Es una afirmación que cala en lo profundo, que nos interpela y que nos convoca. 

Es una radiografía de nuestro pasado, pero también es una llamada a recuperar nuestra esencia como grandes pioneros del cambio, donde más allá de las ataduras que nos son impuestas, somos capaces de generar un pensamiento diferente, donde actuamos, donde amamos, donde nos formamos y sobre todo donde todos los días soñamos con el futuro que queremos disfrutar. 

Es la oportunidad para gritar todos los días la grandeza de los millones de mexicanos que cada mañana salen a levantar y construir su patrimonio. 

Es momento de gritar todos los días que en México hay ciencia, creatividad, innovación y crecimiento. 

Es tiempo de gritar cada mañana y cada noche que juntos podemos construir una nación más justa, mas humana y solidaria. 

Es la ocasión para gritar con el corazón que México es grande por cada uno de los que día a día, con ahínco y pasión salen y construyen, estudian, trabajan y se comprometen con su presente y su futuro. Evidentemente, gritamos desde el pasado, pero no nos queremos quedar en el ayer, basta de ese conformismo. Basta de ser una sola borrachera, música y comida regional, es tiempo de proyectos, de ciencia, de educación, de oportunidades económicas y de desarrollo social. 

En fin, esta semana quisiera que juntos gritáramos un ¡Viva México! Por los grandes sueños alcanzados, por los aportes a la comunidad internacional, por los esfuerzos por creer y creer en que si podemos abonar algo más a nuestro mundo. 

¡Viva México! Porque México es grande por cada uno de ustedes, de nosotros que le construimos día a día.

Con cariño, Profe Beto Maldonado.

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