Por: Jesús Humberto Maldonado Rodríguez.
Hoy la ciudad se torna diferente, desde la semana pasada nuestros jóvenes empezaron a retornar a las aulas después de un periodo de descanso. Hoy vemos que nuevamente hay vida en algunos bachilleratos y centros universitarios, algo que emociona, pero sobre todo nos compromete.
Hace muchos años, algunos de ustedes recordarán que era común escuchar aquel sabio consejo y regalo que nuestros padres tenían para compartir: “Hijo, estudia porque la educación es la única herencia que te daremos.” Y es que, hasta hace poco, una persona que concluía una carrera profesional veía en ello la oportunidad de tener un movimiento dentro de la dinámica social. Se daba el salto hacia aquella ocasión para trascender y mejorar las condiciones de vida del individuo y de la familia.
Hoy quizá las cosas han cambiado y vemos con la nostalgia del pasado aquello que un día fue, aquello que a muchas generaciones resultaba lleno de sentido y que hoy ya no es suficiente, las cosas han cambiado y eso no es el problema, el problema radica en lo que hoy podemos ofrecer a las nuevas generaciones.
Debemos recuperar nuestros espacios educativos que enfrentan grandes desafíos todos los días. ¿Cómo acompañar a las nuevas generaciones? ¿Cuál es la clave del éxito para los jóvenes? ¿Qué desafíos tenemos frente a la sociedad? Estas y otras preguntas deben hacer ruido en el corazón de cada institución educativa, de lo contrario nos convertimos en funcionarios de gabinete que nos ocupamos de papeleos y despersonalizamos el objetivo de la educación.
Para cada uno de los colegas docentes, entiendo los grandes desafíos que tienen al llegar al aula, no es fácil vencer los propios esquemas y generar una propuesta de valor para nuestros alumnos en medio de una creciente dependencia de la inteligencia artificial generativa, no solo para el alumnado, incluso para el mismo profesor.
A ustedes estudiantes, no es fácil llegar a un aula cuando las condiciones socio económicas cada vez son más exigentes. Cuando se deben asumir responsabilidades con la familia y sobre todo ser parte del sustento para el hogar. El ritmo de la sociedad exige profesionistas y no reconoce el esfuerzo, lamentablemente caemos en las garras de la búsqueda furtiva de la “mano de obra calificada”
Hoy más que nunca, todos debemos dejarnos herir por la educación, necesitamos mujeres y hombres que sean capaces de seguir construyendo una sociedad creadora de contenido, un contenido que dote de sentido a nuestras aulas, nuestras universidades, las experiencias educativas y formativas que día a día compartimos.
También es cierto que no podemos ir por la vida lamentándonos por lo que un día fue, necesitamos vencer la actitud del pesimismo y derrotismo. Las cosas no están acabadas, nosotros mismos seguimos en construcción ¿Qué nos impide ser una sociedad diferente?
Hoy que retornan muchos de mis exalumnos al aula, no olviden lo que en cada encuentro compartimos: “antes de ser un brillante profesionista, eres una gran persona”. Tu personalidad, unida a la de otros resuena, hace eco y mella en la vida y experiencia de quienes te acompañan el camino.
Finalmente, si queremos recuperar el gran valor de los procesos de enseñanza y aprendizaje, necesitamos hacer las cosas diferentes, te propongo tres acciones sencillas pero que hacen la diferencia: ABC de la educación.
Atrévete a construir algo diferente, todos los días has algo nuevo, somos amantes de la novedad, pero también somos aventureros todo el tiempo. Como alumno aspira a grandes cosas, a una formación no solo académica, busca siempre una formación integral. Como profesores atrévete a invitar a soñar y construir junto a cada alumno la oportunidad para buscar lo mejor de todos, al final, ¿no se trata de eso la educación?
Busca en todo momento lo que te apasiona, pero no te cierres. El gran enemigo del siglo es la “especialización”, pero de tanto especializarnos nos hemos convertido en mutistas selectivos. La invitación es la búsqueda constante de la sabiduría, donde podamos entablar dialogo todos con todos, donde juntos aprendemos y construimos el saber.
Comparte cada día, tu saber, tu presencia, un detalle que haga este mundo cada vez más humano. Nos hemos convertido en una sociedad con demasiada conexión virtual y poca conexión trascendental, hoy es una habilidad que apremia recuperar.
Disfruta mucho del retorno, busca siempre un compromiso personal con tu proceso y vive con pasión cada día.
Hasta pronto, con cariño: Profe Beto Maldonado.